El chirrido de los frenos del coche me alertó. Me quedé paralizada mirando el Sedán plateado que se acercaba a toda velocidad, con los faros altos encendidos.
- ¡Isabel cuidado! -
Sentí el cuerpo de Michael impactar sobre mi espalda y salí despedida hacia la acera. Mi pierna derecha amortiguó la caída y dolió bastante pero mi mente no era consciente del dolor.
- ¿Michael? -
No pude incorporarme, me arrastré hasta Michael mientras los faros del coche me encandilaban. Él estaba con la cabeza de lado, sangrando y sus ojos estaban cerrados. Me quedé perpleja, mientras el auto daba marcha atrás y huía a toda prisa, las lágrimas se agolparon en mis ojos. Me envolví con los brazos intentando apagar el frío que me provocaba tanto miedo, mientras mi estrella estaba a punto de apagarse para siempre.
jueves, 15 de enero de 2009
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